Una ducha anal puede hacerte sentir más seguro antes del sexo anal, pero para ello debes saber cómo usarla correctamente.
Todos sabemos que cuando insertas algo ahí abajo, corres el riesgo de que algún resto fecal haga acto de presencia, arruinando la experiencia y el placer.
Este es uno de los motivos por los que mucha gente no prueba el sexo anal.
Por suerte, la ducha anal puede ayudarte a sentirte limpio y disfrutar de la experiencia.
Aquí tienes una lista con mis duchas anales favoritas, las más sencillas y fáciles de usar.
Y por supuesto, no te olvides de comprar lubricante.
Es un accesorio que se utiliza para limpiar el interior del ano.
Lo que hace es introducir agua -o una solución especial- en el canal anal para eliminar cualquier residuo que pueda quedar en las paredes del recto.
¿Te suena familiar? Eso es porque es posible que lo conozcas mejor como enema o lavativa.
Bien, entonces, ¿cuándo deberías usar una ducha anal?
Aunque no es imprescindible para el sexo anal, es lo que algunas personas necesitan para sentirse cómodas explorando el área.
Así que si te preocupa que algún residuo fecal aparezca en medio de la diversión, utilízala.
¿No sabes cómo? A continuación te explicamos paso a paso cómo usar una ducha anal correctamente.
Aunque hay diferentes tipos de duchas anales, nos hemos centrado en las más básicas, las que tienen una pera y una boquilla.
Elige un sitio cómodo -como el baño- y familiarízate con la ducha -especialmente si es la primera vez que la usas-.
Comprueba que la pera y la boquilla están limpias. Si es nueva, lávala con agua y jabón suave y aclara bien.
Este también es un buen momento para que explores tu ano.
Puedes ponerte un poco de lubricante en un dedo e insertarlo para saber qué vas a sentir.
Llena un recipiente limpio con agua tibia o solución salina, aprieta la pera para que salga el aire y recoge el líquido.
Repite si es necesario hasta que esté llena.
Inserta la boquilla en la pera y recubre la punta con lubricante para que se deslice sin dolor.
Lubrica también alrededor del ano si lo necesitas.
Recuerda: el recto no se autolubrica, así que aplica todo el lubricante que necesites para evitar la incomodidad.
Ya sea en cuclillas, de pie apoyando un pie sobre el inodoro, o tumbado de lado.
Ponte como estés más a gusto y puedas acceder a tu ano cómodamente.
Prueba varias posturas hasta que encuentres lo que mejor te viene a ti.
Poco a poco y con cuidado inserta la boquilla dos o tres centímetros dentro del ano.
Si has usado suficiente lubricante no debería de doler.
Aprieta la pera para vaciar todo el contenido -o todo lo que puedas- en el recto.
No dejes de apretar hasta que hayas sacado la lavativa o el agua volverá dentro de la pera.
Aguanta el líquido durante 10-15 segundos si puedes, y luego suéltalo en el inodoro.
Repite el proceso hasta que el agua expulsada salga limpia.
Una vez que hayas terminado, lava inmediatamente la boquilla y la pera con jabón suave y agua, y luego deja que se seque.
Y por supuesto, lávate las manos antes y después.
Es posible que necesites aproximadamente una hora antes de la relación sexual para asegurarte de que toda el agua está fuera de tu recto.
La mayoría saldrá cuando te sientes en el inodoro... pero quédate cerca para estar seguro.
Si te ha pillado de repente y no tienes tiempo para prepararte, aún puedes hacer un lavado anal.
Pero ponte un plug anal después para que se pueda eliminar el líquido que ha quedado dentro.
Si todavía no tienes este juguete, echa un vistazo a nuestra selección de plugs anales.
Las lavativas son seguras, siempre que se realicen con moderación.
No hay estudios que digan con qué frecuencia deberías realizar un lavado anal, pero es recomendable limitar su frecuencia a una o dos veces a la semana.
Evita hacerlo más de tres veces a la semana.
¿Por qué? Si lo haces con demasiada frecuencia, puede aumentar el riesgo de infección en el recto, ya que pueden eliminar el revestimiento protector del cuerpo.
Y si tienes una condición anal -hemorroides, cicatrices anales, fisuras-, es mejor que evites las duchas.
Insertar la boquilla en el recto puede empeorar estos problemas e incluso causar dolor o lesiones.
El agua del grifo está bien si no la usas todas las semanas.
Como no tiene el mismo pH que el canal anal, si la usas con demasiada frecuencia puede alterar el microbioma anal y desgastar el revestimiento del canal.
Esto puede aumentar el riesgo de infección, ITS y dolor durante el sexo anal.
Además, las duchas con agua también pueden provocar un desequilibrio de electrolitos.
Esto se puede evitar usando una solución salina.
Esta es una mezcla de agua que tiene la cantidad correcta de un electrolito de sodio similar a lo que hay en tu cuerpo.
Puedes comprar la solución salina en la farmacia, o hacerla en casa mezclando media cucharadita de sal con una taza de agua.
Y por supuesto, NO uses aceite de oliva, lejía, alcohol, gel, o cualquier otro líquido que encuentres debajo del fregadero de la cocina.
Ni el enema de café.
Estos causarán un daño significativo a tu recto.
El revestimiento de tus intestinos y colon es mucho más sensible a la temperatura que la piel del exterior.
Es posible que puedas tolerar un baño caliente, pero te quemarás por dentro si usa esa misma temperatura en una lavativa.
Prueba la temperatura del agua con la mano y baja la temperatura hasta que esté tibia.
Luego baja la temperatura un poco más.
Tampoco es recomendable que esté muy fría, ya que tus músculos pueden tensarse y puede dificultar la inserción de la boquilla.
Es importantísimo lubricar tanto la boquilla como alrededor y dentro del ano.
No hacerlo puede causar molestias e incluso desgarros y sangrado, aumentando las infecciones.
Esto es particularmente cierto para los novatos que no están tan acostumbrados a relajar los músculos ahí abajo, o cuando usan una boquilla muy grande.
Las prisas no son buenas. Date el tiempo que necesites y no te apresures; es probable que provoques accidentes si vas demasiado rápido.
Tratar de forzar la expulsión del agua puede ser muy malo, ya que la presión que ejerces sobre tu ano puede resultar en hemorroides y fisuras anales.
El equipo de lavado anal debe limpiarse y secarse antes de guardarlo para evitar que crezca el moho.
No es opcional.
Recuerda: No tienes que ducharte si no quieres. Hay otras formas de limitar el contacto con la caca, como por ejemplo usar preservativos o guantes.
También puedes reducir el riesgo de residuos fecales modificando tu dieta.
Una dieta rica en fibra hace que las heces sean más completas y no dejen residuos cuando defecas.
También evita los fritos, lácteos y salsas picantes un día antes del sexo.
Si aún así quieres extremar las precauciones, ¡adelante!
Ya tienes la lavativa, ya sabes cómo usar una ducha anal, ya estás perfectamente limpio y preparado para disfrutar del juego anal.